Óleo sobre lienzo. Lienzo original, firmado a mano. Cerillas encendidas en la oscuridad de una taberna, faroles encendidos en plena noche y velas que difunden un suave y romántico resplandor en la insondable penumbra: todos estos son los sellos distintivos de Lluís Graner, el indiscutible maestro catalán de la luz, figura emblemática de los siglos XIX y XX. Su facilidad e intuición para componer obras donde la luz juega un papel central lo convierten en el heredero más evidente de las pinturas místicas de Georges Latour durante la era de la iluminación de gas. En este suntuoso interior burgués, sobrio y refinado a la vez, se sirve una cena improvisada con champán sobre un mantel blanco inmaculado, entre el escritorio y la chimenea, adornada con las románticas mechas de dos elegantes candelabros. Luis Graner y Arrufí (Barcelona, 1863-1929) es una figura clave del arte catalán, un pintor que dominó no solo el lienzo, sino también la esencia misma de la atmósfera, consolidándose como un maestro de la luz y la sombra. Tras perfeccionarse en la rigurosa escuela de la Llotja, su talento se hizo notar en el panorama artístico, no por una moda pasajera, sino gracias a una obsesión técnica por la luz, que manejó con una maestría inigualable. Graner no fue simplemente un luminista; fue un virtuoso capaz de capturar el brillo incandescente del Mediterráneo en sus marinas y paisajes, contrastándolo con la profunda y melancólica penumbra de sus interiores, dotando a sus obras de una intensidad dramática sin igual. Sus méritos fueron rápidamente reconocidos en los círculos artísticos, consolidando su prestigio tanto en Barcelona como fuera de ella. Entre sus obras más destacadas se encuentran lienzos donde la luz se hace casi palpable, como sus vistas portuarias o escenas crepusculares, y sus célebres composiciones de la vida cotidiana y paisajes invernales, donde el juego de reflejos y contrastes revela su inmensa maestría técnica. Aunque una temporada en Estados Unidos lo llevó a Nueva York, Graner es recordado por su talento para transformar la pintura al óleo en aire y fuego, dejando un legado que aún irradia con una claridad espléndida y atemporal.
- Dimensiones de la imagen sin marco: 96 x 61 cm / 123 x 90 cm con un exclusivo marco antiguo hecho a medida.