En pleno ejercicio de una posible y necesaria serenidad la gran conclusión que cabe sacar hoy a los quinientos años del nacimiento de Martín Lutero cuando observamos el panorama general de la Cristiandad en esta segunda mitad del siglo XX cuando todo parece estar sometido a una llamada crisis de identidad es que quizá ha llegado el momento de revisar en profundidad los supuestos espirituales sobre los que debe plantearse en el terreno de la praxis el insoslayable problema del compromiso temporal de la Iglesia de Cristo.