Eduardo Sanz
Acrílico sobre Cartón 75 x 52 cm. 1961 Firmado y fechado.
EDUARDO SANZ FRAILE
(Santander 1928 – Madrid 2013)
En 1953 ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.
Su primera exposición es una colectiva en la “Sala Sur” de Santander.
En 1956 realiza su primera exposición individual en la “Sala Delta” de esta misma ciudad.
Su obra de primera época puede encuadrarse en la corriente informalista imperante a finales de los años 50, pero Eduardo Sanz la abandona muy pronto. Atraviesa cortas etapas de figuración expresionista, postcubismo e incluso experimenta nuevas técnicas, como el aguafuerte en el año 1959. Ese fluir entre diferentes corrientes y técnicas en tan corto período de tiempo nos presenta a Eduardo Sanz como artista-investigador, un artista que intenta encontrar su modo de expresión en constante búsqueda de un camino tangente, propio, no establecido. Es el Eduardo Sanz más rompedor.
A inicios de los años 60, época a la que pertenece este cuadro, este artista es pionero en España, y de los primeros en el mundo, en introducir un nuevo elemento en sus obras: el espectador. Mediante el uso de espejos rotos y heridos, el artista consigue que el espectador se integre en la obra de arte, que aprenda a mirarla con otros ojos y, lo que es más importante, que medite y piense sobre ella. Es lo que se conoce como el arte de la participación.
El arte está en constante evolución y, en esos años, en España, más. Se revisa su concepto, su objeto y su finalidad. Entre los artistas preocupa la distancia, cada vez más insalvable, que se abre entre el arte contemporáneo y el espectador, aunque la historia del Arte nos proporciona información suficiente para saber que esa “distancia” es lógica, pues el artista es el que presenta el fruto de un salto hacia delante, y el espectador ha de valorarlo, entenderlo y “acostumbrarse” a ello. Es un fenómeno repetitivo.
A mediados de los 60, sin abandonar el uso de los espejos, sus composiciones empiezan a ser más geométricas y racionales.
En el año 1968 se funda el grupo “Antes el Arte” al que Eduardo Sanz pertenecerá desde el principio. Es un movimiento artístico que intenta investigar lo que la ciencia puede aportar al arte, sobre todo, centrándose en la psicología de la percepción.
A finales de los 60 e inicios de los 70 son remarcables sus “capillas-relicarios” así como las alfombras, vitolas y esculturas usando formas cristalográficas.
En 1972 es nombrado conservador del Museo de Arte Contemporáneo de Vilafamés.
A mediados de los años 70, se inicia una nueva etapa en su obra. Vuelve a la pintura con su serie “Cartas de mar” o “Cartas de amar”, que son verdaderas cartas de amor, llenas de color, escritas mediante el código de señales marítimas. Desde ese momento el mar será un referente en sus obras.
En 1979 comienza una etapa figurativa, viajando por la costa y pintando los faros que en ella encuentra y que darán lugar a su serie de los “faros españoles”.
En 1983 realiza para el Museo Abierto de la ciudad de Fuengirola “Por un arte urbano” el mural de 150 m2 titulado “El reencuentro”, pintura sobre placas de fibrocemento.
La serie de los faros españoles, realizada durante los años 80 y 90, el artista la donará al Faro Cabo Mayor constituyendo el inicio del Centro de Arte “Faro Cabo Mayor” de Santander.
Entrado en el siglo XXI, Eduardo Sanz, con una pintura hiperrealista y de gran fuerza, se centra en el mar, representando las olas de ese mar que tanto le marcaron en su ciudad natal y en su pasión por la navegación.
Dentro de esta serie de obras, uno de sus trabajos más celebrados es la serie realizada en homenaje a Hokusai, realizada después de un estudio minucioso de las serigrafías de este pintor japonés, a lo que Eduardo Sanz ha invertido 3 años. Una investigación estética y científica es la constante que da sentido y homogeniza el conjunto de su obra desde el informalismo, anecdótico e inicial, hasta sus últimas obras en las que está presente la serena, y a la vez convulsa, mar.