Obra original en óleo sobre lienzo, pieza única y con una característica poco común:la obra es reversible. Según la orientación, la composición revela dos lecturas diferentes, como si mostrara dos realidades paralelas: lo que nace y lo que desaparece. La escena representa una dualidad: vida y muerte, unidas pero separadas. La figura fragmentada parece debatirse entre dos fuerzas. En un lado, los tonos tierra —densos, orgánicos, casi como corteza— representan lo que se descompone, lo que vuelve al origen. En el otro, los tonos más claros y fríos del rostro y el cuerpo evocan lo que resiste, lo que sigue latiendo. La obra no muestra muerte como final, sino como parte inseparable de la vida. Ambas conviven en el lienzo, enfrentadas pero conectadas. Según la orientación en la que se cuelgue, domina una u otra. Es una obra que no busca agradar, sino interpelar. Una pieza para quien busca arte con fuerza, mensaje y presencia.