Esta obra es una exquisita representación del género de naturaleza muerta, donde la precisión técnica y la sensibilidad estética se combinan para ofrecer una imagen cargada de equilibrio, elegancia y contemplación. La obra presenta una escena aparentemente sencilla: un vaso de agua, un limón cortado y su cáscara en espiral, dispuestos sobre una superficie de madera. Sin embargo, bajo esa simplicidad aparente, la pintura encierra una complejidad compositiva y un manejo de la luz que revelan una profunda maestría pictórica.
El foco de la escena está en el juego de transparencias y reflejos. El vaso, de formas redondeadas y pulidas, se apoya sobre una base decorativa de esferas translúcidas que capturan y refractan la luz de manera sutil. Esta base no solo sostiene el objeto, sino que lo eleva visualmente, generando un contraste fascinante entre la materia sólida y el cristal. Frente a él, el limón —a medio cortar y con la piel aun serpenteando— añade una nota de frescura, color y organicidad que rompe la geometría del vidrio con un gesto espontáneo y natural.
El fondo, compuesto por una serie de pinceladas sueltas en tonos oscuros, verdosos y terrosos, crea una atmósfera íntima y silenciosa. Esta textura abstracta y matérica contrasta con la nitidez de los elementos en primer plano, haciendo que la luz y los volúmenes destaquen con mayor fuerza. La paleta, contenida pero eficaz, combina ocres, verdes limón, grises y toques de blanco que aportan equilibrio visual.
Esta obra no busca el efectismo, sino el recogimiento y la armonía. Nos habla del valor de lo simple, de la belleza escondida en los objetos cotidianos, y del tiempo detenido en un instante de contemplación. Es una pintura que se disfruta en silencio, que invita a mirar dos veces y a descubrir, en cada observación, un detalle nuevo.
Se acompaña foto donde se simula la pintura enmarcada. La obra se enviará SIN MARCO.
La obra tiene unas dimensiones de 40 x 30 cms. Este óleo sobre panel es del año 2023.