¡Es genial tener 65 años! Uno puede aburrirse sin sentirse culpable, puede contarles a los demás sobre su vida (no muy) emocionante durante horas sin que tengan el coraje de interrumpirlo (¡después de todo, ahora eres una persona respetada!), puedes quejarte con impunidad y puedes admitir felizmente que es simplemente demasiado tarde para ciertas cosas, y olvidar con seguridad la carrera de bailarina de ballet... Virginia Ironside demuestra en su libro de una manera convincente y extremadamente ingeniosa que es divertido dejar atrás la eterna juventud.