Cuando Hal Waterman visita a la viuda Elizabeth Lowery, lo hace movido por su deber como caballero. Elizabeth, con un niño pequeño y un hogar fuera de control, agradece la ayuda. Hal encuentra a Elizabeth aún más hermosa que la primera vez que se vieron, pero sabe que ella solo lo ve como un amigo tierno y generoso. Elizabeth encuentra cariño y compañía en la presencia de Hal, pero un deseo tentador comienza a surgir en su interior. Su fuerza y su presencia se han convertido de repente en algo muy atractivo.