Este libro, escrito por José Antonio y Laureano Benítez Grande-Caballero, está dedicado a Juan Pablo II en su faceta menos conocida: como místico. La obra explora cómo Juan Pablo II extrajo de la contemplación la fuerza, la confianza y la esperanza necesarias para llevar a cabo su labor apostólica. Se destaca su papel como hombre de acción, misionero y defensor de los derechos humanos, pero sobre todo, como un hombre de oración.