En 1995, Adam Gopnik, su esposa y su hijo pequeño dejaron las comodidades y el bullicio de Nueva York para trasladarse al elegante glamour de París. Gopnik, escritor de The New Yorker, se propuso disfrutar de la existencia de un americano en París: paseos por los jardines de las Tullerías, discusiones filosóficas en cafés y excursiones al Museo de Orsay. Sin embargo, también estaba la cuestión de criar a un hijo y seguir con la vida cotidiana. Con ingenio y perspicacia, Gopnik entrelaza lo mágico con lo mundano en este libro que Entertainment Weekly calificó de "magistral".