Este libro de Thomas Gould explora la relación entre la poesía y la filosofía, tomando como punto de partida las objeciones de Platón a la tragedia. Gould defiende la necesidad psicológica de la violencia y el sufrimiento en la literatura, el arte y la religión, distinguiendo entre las representaciones que provocan simpatía solo por las víctimas y las que nos hacen simpatizar con los perpetradores. El autor argumenta que son las primeras las que alimentan nuestras respuestas no solo a la tragedia, sino también a los mitos religiosos y las manifestaciones críticas de la rabia política.