HISTORIA Y ANÁLISIS CURATORIAL
Miguel Ros Blasco captura en esta obra de 1990 el espíritu de la Transvanguardia y el retorno a la pintura visceral tras el conceptualismo frío. No es un bodegón clásico, sino una revisión irónica marcada por la gestualidad: sobre una atmósfera convulsa de manchas rojas, el artista construye vasijas con contornos negros gruesos y decididos.
La obra funciona como un meta-comentario visual: la inscripción en verde neón "Paul Cézanne" actúa como un grafiti sobre la propia composición, creando una tensión deliberada entre el padre del arte moderno y la ejecución neoexpresionista salvaje. El trío cromático (rojo, negro, verde ácido) genera una vibración óptica de fuerte presencia física.
Es una oportunidad de coleccionismo por ser representativa del arte español de los 90. Su inclusión textual la convierte en una pieza conceptual, ideal para romper la monotonía de espacios neutros con un impacto gráfico agresivo y culto.
FICHA TÉCNICA