Una obra luminosa y de gran encanto, que captura la esencia del paisaje mediterráneo. Este óleo de Pedro de Valencia destaca por su audaz uso del color y una pincelada suelta y enérgica, de clara herencia post-impresionista. La pintura transmite la atmósfera cálida y apacible de una escena rural, centrada en la sólida arquitectura de una casa de campo y la verticalidad de un ciprés.
Nos encontramos ante un excelente pintor de la escuela española de la segunda mitad del siglo XX, cuya valoración se basa en la calidad intrínseca de su producción pictórica, como demuestra esta obra.
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